El ángel se encontraba en el suelo, cabizbajo. Su forma humana parecía estar hecha a medida para él. Sus manos tocaban el suelo frío de aquella casa y de rodillas parecía rezar.
Aquella sombra se posicionó a su lado, envolviéndolo todo en un mar de tinieblas. Envolvió al ángel completamente.
—Ya sabes lo que tienes que hacer. —Le dijo con voz ronca entre un largo susurro que hizo estremecer el cuerpo puro de aquel ser de la luz.
El ángel lloró en silencio sin que la sombra se dé cuenta. Sus lagrimas cayeron hacia el suelo y parecía que le costaba trabajo incluso respirar.
—Si haces todo lo planeado, te lo devolveré. —Le dijo. Ambos sabían perfectamente a lo que se referían.
El ángel levantó la vista del suelo, dejando ver sus ojos y su pelo algo despeinado de humano. Asintió con la cabeza, no tenía el suficiente valor como para decir un sí tajante.
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