¿Cómo te llamas? ¿Utilizas seudónimo? ¿Por qué?
Utilizo un seudónimo precisamente porque no quiero que la gente sepa quién soy. O, mejor dicho, para que mis amigas y familia que saben que escribo, no me encuentren.
Ese es mi motivo principal. El segundo es que cuando escribo, soy otra persona, es la mini-yo que es libre, como una amiga que me ayuda. Y es más fácil dejar que ella escriba cómo me siento que hacerlo por mí misma. Además de que me siento más cómoda de que sea una mujer (extraña cosa, porque hago amistad más rápido con hombres que con mujeres).
¿De dónde eres? ¿Naciste ahí? ¿Dónde te criaste?
Soy de un lugar perdido en Sudamérica. Nací en una ciudad de provincia y me crié en un pueblito de esa provincia (lo sé, es complicado).
¿Cuántos años tienes? ¿Vives con tus padres? ¿Vives solo?
Tengo 20 años (creo), y no vivo con mis padres (pero solo una cosa técnica, no hay una historia complicada detrás ni nada). Tampoco vivo sola, pero en la práctica, voy de la universidad a mi cama y viceversa. Y mi única compañía suelen ser mi laptop y un peluche.
¿Qué es lo que más te gusta hacer? ¿Tienes mascotas?
Lo que más me gusta hacer, sin duda, es leer. Empecé a los ocho años cuando jugaba en la biblioteca de mi casa. Encontré mi primer libro de pura curiosidad y hasta ahora no me quito el vicio (ni quiero hacerlo). Hay mil otras cosas que me gustan, como el diseño gráfico o ir corrigiendo la ortografía de la gente pero para resumir: Mi sexteto de oro son: la comida, los libros, los gatos, el cine, la música y la fotografía.
No tengo mascotas ahora mismo (a menos que cuente mi perro de peluche) pero he tenido gatos, perros, pavos, pollos, tortugas, loros, patos, peces….
¿Eres estudiante?
Terminé la universidad. En el camino, me enamoré de lo que hago y aunque me gustaría vivir de la escritura, sé que me sentiría vacía si no trabajo también en mi carrera.
¿Por qué empezaste a escribir? ¿Cuándo fue más o menos? ¿Crees que has mejorado desde entonces?
Empecé a escribir en la universidad. En el colegio me miraron horrible cuando gané un concurso de cuentos y me hicieron creer de alguna forma que estaba mal ser la fenómeno que se lleva bien con las palabras. Sin embargo, en la universidad nunca me dijeron nada, incluso les parecía interesante, así cuando me acostumbré a la libertad, creaba universos para mantenerme entretenida.
Escribo también porque mi cerebro rara vez se calla. Y es más fácil hablar con mis propios personajes, porque a diferencia de las personas reales, ellos siempre están allí para mí. Llevo una libreta pequeña donde anoto todo lo que me llama la atención, y mis amigas ya no se sorprenden de que en medio de una conversación, la saque para escribir.
Sé con seguridad que he mejorado. He cambiado la trama de mis libros al menos cinco veces mientras escribía y mi archivo de “capítulos eliminados” a veces termina superando la extensión del libro mismo. Con ellos puedo ver que antes era menos exigente con los argumentos consistentes, con crear personajes complejos, o incluso con las frases ingeniosas. Todos vamos mejorando, y lo mejor es que incluso cuando te equivocas, aprendes.