Pamela se llamaba, si. Pamela. Era hermosa. Salimos un tiempo. Después, ella descubrió que las mujeres realmente no le gustaban, yo descubrí que no sabía qué carajo quería en la vida y no nos vimos más.
En diciembre del 2009, si mal no recuerdo, nos encontramos en una fila para entrar al cine, en Córdoba. Nos saludamos con un abrazo y terminamos sentadas una al lado de la otra durante toda la película, agarradas de la mano.
Desde ese día, nos veíamos una o dos veces por semana, nunca nos besábamos ni nos tocábamos, pero había cierta complicidad en los encuentros que no había estado presente antes, parecía como si nadie supiese que estábamos juntas, ni siquiera nosotras.
Estoy intentando recordar conversaciones, momentos, pero a simple vista parece todo tan… banal, vulgar, insípido.
Lo único que resuena en mi cabeza es su risa, el sonido y la alegría. Se me aparecen imágenes entre cortadas, como si fuesen pedazos de un televisor blanco y negro, de sus labios, sus dientes, su respingada nariz y sus enormes ojos verdes.
Fruti-descarga! Amor, cafe y esas cosas